viernes, 1 de mayo de 2020

Hoy es viernes y vuelvo a sentir melancolía...

Hola

Escuchando a la trova yucateca de la cual soy - creo yo -, uno de los pocos admiradores en esta época de lo digital, de los estandoperos, la música electrónica y todo tipo de música menos esa; recuerdo a mi padre, a mi tío Arturo y especialmente a la Rata - Alejandro Ramírez Novelo, amigo entrañable - y, a su tío Coqui Navarro - yucateco de sepa y quién formó parte del trío Los Montejo. Inolvidables aventuras en la "Ciudad Blanca" la bellísima pero de clima extremoso: Mérida. Visitas a las 7 casas le llamé alguna vez, pero casas non sanctas dirían otros y no precisamente en época de cuaresma. Rondas de un fin de semana completo en donde viví experiencias que nunca imaginé vivir: un cenote - no sagrado definitivamente - en un estacionamiento de un hotel en plena Mérida, bares a media luz con pianos de cola en donde tocaba una hija de Urcelay, antros donde había una pirámide maya, cubanas bellísimas, en fin... son ya nada más recuerdos de una etapa bohemia, muy bohemia de mi vida. El haber viajado de improviso y sin avisar a alcanzar a Alejandro a la famosa "Prosperidad" cantina - tristemente para todos los amantes de una buena cerveza, shows de cómicos y música de trova desde las 11 de la mañana hasta el día siguiente, familiar por la mañana ya no tanto en la tarde y por la noche, pues... -, ya desaparecida; donde llegue a ver miles de cascos de botella vacíos en su cocina a pleno mediodía... Un atardecer en un casco de hacienda rumbo a progreso, con Coqui a la guitarra y cantando Peregrina, viendo un atardecer anaranjado y el sol poniéndose a lo lejos..., recuerdos...

Este es y será un comentario muy particular ya que todavía no reflexiono acerca de qué tema toca o tocará de los que trato en este blog: ¿Liderazgo, relaciones interpersonales, política, comportamiento organizacional...? Probablemente sólo sea un trozo de mi vida y la importancia de agradecer a todos los actores de esos momentos el haberme dado la oportunidad de vivirlos.

Lo que puedo decir y repetir es que hay que agradecer en vida. Ese valor, ese sentimiento, el agradecimiento no sólo es bello serlo - agradecido -, sino ¡Vivirlo!

Creo que junto con la confianza el saber agradecer - el momento adecuado, las palabras adecuadas, los sentimientos adecuados, la mirada de frente a los ojos... -; son elementos de la conformación duradera - probablemente de toda la vida -, de las relaciones personales y de la conformación de buenos equipos.

Creo que hoy tan solo eso quería decir.

Gracias y ya saben que los quiero

Enrique






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