
El libro de Covey es uno de nuestros favoritos porque, si bien es cierto que no es una obra maestra en muchos sentidos, sí es capaz de brindarnos un modelo del liderazgo coherente y completo. Una persona no puede ser un verdadero líder si no es capaz de lograr la victoria privada, cuestionando paradigmas, tomando el control de la propia vida, siendo capaz de establecer metas y prioridades. Sin embargo, el trabajo hacia adentro debe complementarse con el desarrollo de competencias sociales fundamentales como el desarrollo de la mentalidad ganar-ganar, la capacidad de ser empático y asertivo, así como el poder trabajar auténticamente en equipo. Todas estas habilidades son sostenidas en el tiempo a través de la renovación, la posibilidad de no descuidar ninguna de las dimensiones humanas para poder vivir una vida plena y satisfactoria.
Este modelo ha sido mejorado por el mismo Covey que agrega a sus siete hábitos un octavo, con el que procura darle mayor profundidad a la labor del líder, que así como debe encontrar su propia voz, debe ayudar a sus colaboradores a encontrar
En esta ocasión nuestra reflexión va un poco más allá del ámbito organizacional en el que normalmente planteamos estas reflexiones tratando de ubicarnos en el contexto más amplio: el planeta Tierra. Nos parece fundamental reflexionar sobre la necesidad que tenemos como humanidad de cuestionar nuestra forma de relacionarnos con nuestro entorno. ¿Somos capaces de establecer relaciones ganar-ganar con él? ¿Tenemos la capacidad de entender lo que el medio necesita o sólo nos preocupa satisfacer nuestros deseos inmediatos? ¿Somos capaces de desarrollar estrategias sinérgicas que impliquen un mejor camino alternativo tanto para nosotros como para el planeta? ¿Estamos dando la oportunidad de que nuestro medio se renueve?
Francois Vallaeys (http://blog.pucp.edu.pe/index.php?blogid=353), experto en cuestiones de ética y desarrollo, habla de la necesidad de incorporar a concepciones tradicionales de la ética, en las que se buscaba que el ser humano fuera bueno y justo, otra dimensión, en la que para ser realmente personas éticas no sólo busquemos ser buenos y justos sino también protectores de nuestro planeta. Así que sin dejar de ver la importancia de mi desarrollo personal o de la mejora de mis relaciones interpersonales o de la construcción de mejores realidades sociales para todos, me doy cuenta de que existe otra dimensión en la que mi capacidad de liderazgo también está teniendo un impacto importante pero de la que pocas veces soy consciente en mi actuar cotidiano. Sin duda un reto interesante en un mundo en el que el contexto económico es primordial pero en el que no nos damos cuenta de que si no cuidamos el contexto ecológico estamos negando la posibilidad de que el otro exista. ¿Y a ti que reflexiones te despertó la lectura de estos últimos capítulos?
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¡Nos vemos pronto!