miércoles, 1 de julio de 2009

Esperanza, No Esperanza fallida:La anulación del voto y el caso México (II)


Últimamente he tenido la oportunidad de leer a más columnistas y a politólogos reconocidos y como comenté en mi artículo anterior intitulado de la misma manera que éste pero siendo el primero de ellos, “No coincido con la esperanza marchita (término acuñado por Sergio Aguayo) sino más bien con la “ESPERANZA”.
Diez días han pasado desde ese artículo y hoy con mayores referencias y lecturas llego a al conclusión de que la anulación del voto puede ser una alternativa que si se le da seguimiento por medio de asociaciones unidas en una forma de agruapación mayor pudiera tener resultados futuros que incidan en los cambios que solicitamos como ciudadanos independientes a cualquier partido.
La democracia definida por el diccionario de la lengua española como “doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno” nos otorga esa posibilidad. ¿Cómo intervenir en el gobierno si no se nos da la representatividad individual y se nos obliga para tenerla a pertenecer forzosamente a un partido en el cual no creemos?
Si el significado de doctrina – también con el apoyo de este diccionario -, es la “enseñanza que se da para instrucción de alguien”, “ciencia o sabiduría” o “el conjunto de ideas u opiniones religiosas, flósoficas, políticas, etc. sustentadas por una persona o grupos”; no veo el por qué no podamos como ciudadanos libres y soberanos de nuestro derecho de ejercer el voto, votar por la esperanza. Existen obviamente opiniones en contrario.
Una de estas opiniones es la de Enrique Krauze historiador y politólogo de renombre y quién el día de ayer opina en su artículos “El riesgo de la antipolítica” que “Todas las iniciativas cívicas son respetables pero algunas son más respetables que otras. La idea del voto en blanco pertenece a esa segunda categoría” y que “La propuesta es desaconsejable, por varias razones”.
Comenzando por el primer comentario, el respeto es uno; no es de primera, de segunda o de tercera…, si hay respeto – y lo debe haber a todas las opiniones por más que no coincidamos en muchas de ellas -, lo hay y punto. No somos ciudadanos de primera o de segunda (aunque algunos políticos así consideren a la ciudadanía).

El segundo comentario acerca del voto nulo comprende varios puntos resumidos por mí, y que él observa y propone:

1. “ Distorsiona, confunde, devalúa el sentido del voto, ante una mayoría de ciudadanos que lleva poco tiempo de ejercerlo
2. Da a entender que no hay opciones políticas
3. Generaliza la naturaleza de la elección
4. Alienta la antipolítica y
5. Desalienta la participación ciudadana.”

Aún cuando sus argumentos son buenos pues nos permite razonar sobre elmentos de nuestra incipiente democracia como lo es la juventud de nuestra pirámide poblacional y en este caso en particular, de los nuevos votantes que pudieran ser más influenciables, ¿Qué más deseo de distorsión de nuestra realidad que los medios y las campañas políticas de propuestas y propuestas, más no de fondo con programas y estrategias realizables? La juventud del “hazlo ahora” (“Just do it” en inglés), tiene la posibilidad que no teníamos en mi generación de estar en contacto con tanta información como casi lo desee y además en tiempo real. Si esa juventud tiene algo de educación creo que no habrá confusión simplemente el hacer conciencia de que se puede votar por “la Esperanza” o por quienquiera votarse incluso por nadie o anular su voto con una “X” a todo lo largo y ancho de su papeleta de voto.

El segundo punto acerca de “Da a entender que no hay opciones políticas” yo considero que al anular el voto estamos entendiendo por el contrario. Es decir, que sí existe otra opción, es decir expresarle a nuestra clase política que no estamos de acuerdo con ellos e incluso no concordamos con ningún partido político.

La tercera discrepancia de Krauze con el voto nulo “Generaliza la naturaleza de elección”,
pues creo que al contrario, diferencia la participación ciudadana quienes estén a favor de anular su voto.

El cuarto punto “Alienta la antipolítica”, pues si por política entendemos como dijera Aristóteles “el llevar a su término en lo posible, la filosofía de las cosas humanas” la tolerancia a discentir y la aprobación del diálogo nos ayudarán a llegar a razonamientos y propuestas comunes que de alguna manera lo que alentará será a la misma política, es decir a lograr objetivos comunes en nuestra joven democracia y por ende no considero que ello aliente a la no política sino todo lo contrario.

Por último el punto final de “Desalienta la participación ciudadana”, también considero que el ir a votar es ya una participación de nosotros como ciudadanos y el que votemos por algún partido o “anulemos nuestro voto, votando por la esperanza” es definitivamente el concurrir y formar parte de una corriente política que no está de acuerdo con los actuales partidos ni sus políticos.

En fin, existen otras voces como la del columnista Juan E. Pardinas que en su artículo “El telegrama en swahili” del 28 de junio pasado en el periódico Reforma, comenta al final de éste: “Quienes perciben al movimiento del voto nulo como una amenaza a la continuidad del orden democrático, confunden el síntoma con la enfermedad. El hartazgo cívico es resultado de una brecha abismal entre gobernantes y gobernados. A los ojos de muchos ciudadanos votar por la alternativa que provoque menos náuseas no parece ser la mejor manera de hacerse escuchar. Es cierto que hay diferencias de forma y fondo entre cada uno de los partidos políticos. No podemos echar en el mismo costal a la mafia popis del Partido Verde, a los negocios privados de PT y Convergencia, con el PRI, PAN y PRD. Sin embargo, el sistema de partidos padece de una enfermedad común: el autismo. Incapaces de descifrar o entender los sentimientos de los ciudadanos, los partidos funcionan como mecanismos de representación de sus propios intereses. Indiferentes a las preocupaciones colectivas, cada partido contribuye para preservar el statu quo, ante una sociedad que demanda un México distinto”.
México hoy necesita de una toma de conciencia mayúscula en su actuar político por medio de la participación ciudadana a través de ejercer su derecho al voto en las urnas este próximo domingo 5 de julio, pero el hacerlo como cada uno lo desee sea anulando su voto o apoyando al partido o al político que considere adecuado o conveniente a sus principios e ideas. La libertad es algo que no debemos perder ni tampoco la Esperanza.

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