Cuando uno considerado como intelectual pero a la vez como un ciudadano común y corriente escucha de “la anulación del voto” inmediatamente se le viene a la mente un remolino de ideas como: abstencionismo, partidocracia, IFE, TRIFE, libertad, obligaciones y derechos ciudadanos, libertad de expresión, voto de castigo, más a la vez un sinúmero de personajes de la vida política, social e intelectual de nuestro país opinando sobre las condiciones actuales de nuestra incipiente democracia y de las próximas elecciones.
Un México como el nuestro que después de más de 70 años de un solo partido en el poder y que de acuerdo a las estadísticas (ver la liga
http://www.gapminder.org/), ese partido (PRI) no lo hizo tan mal economicamente como en los últimos dos sexenios del panismo; compuesto por una clase social anquilosada, mañosa y perpetuante caracterizada por un mimetismo y una posibilidad de multifuncionalidad – un trienio diputado, otro senador en comisiones y sectores diferentes, un sexenio o lo que le toque de este como secretario de estado y otro como funcionario estatal en diferentes carteras y sectores de la economía -; que ya la quisiera la iniciativa privada en sus ejecutivos y directivos y, que para ser honestos en muchas ocasiones también existe.
Un México formado de una sociedad hecha del cristal de cientos de mozaicos, uno de ellos formado por más de 48 millones de mexicanos en condiciones de miseria extrema – un dólar diario per cápita para sobrevivir -; otro mozaico más, hecho de una clase media de unos 40 millones de mexicanos con pocas posibilidades de empleo, semialfabetizada y semidesnutrida con practicamente una nula educación cívica donde la supervivencia es la enfermedad crónica y el pensar en la política es algo que no entra en sus necesidades básicas; un mozaico más hecho por una clase media alta donde la consigna es mantenerse a como de lugar en ella y, a la cual pertenece la mayoría de nuestra clase política - digamos un 80% de ellos-, donde también a falta de una formación cívica adicionada de un modelo consumista de capitalismo a ultranza, no se tiene la más remota intención de conformar una sociedad equilibrada y con la búsqueda incesante de una responsabilidad social incluyente. Y, tal vez, un último mozaico conformado por la elite en el poder; poder económico primero y político después. Si no, volteemos a ver a nuestros “dirigentes”: una maestra Gordillo líder del SNTE, un senador Beltrones, un Kawagi ahora uno de los líderes del partido de convergencia antes, del partido verde ecologista; un Romero Deschamps dirigente sindical de PEMEX; un Slim segundo o tercer hombre más rico del planeta; un cardenal Rivera; más todos los altos funcionarios, directivos de los sectores públicos y privado conforman este mozaico tan pequeño pero tan poderoso que ha hecho de nuestro México lo que hasta hoy les hemos dejado hacer: Nosotros somos corresponsables.
Pero, yo ya no deseo seguir siendo corresponsable, es más desde hace más de 15 años no lo soy. En mi actividad como educador, como docente he tenido la oportunidad de dialogar - e intentar que deseen aprender -, con muchas generaciones de graduados de estudios de educación superior y creo en algunos – eso espero -, he plantado la semilla de la crítica abierta, de la lucha por lo que creen justo, por una sociedad más equilibrada con legalidad, responsabilidad social y una búsqueda incansable por el bien común.
Sin embargo creo que eso no basta. Hoy trataré de comenzar en otra trinchera – la escritura en mi blog -, el fluir de ideas de cambio, de mayor equilibrio social y de la conformación de una mejor democracia.
Esperanza significa en su primera ascepción de acuerdo con el diccionario de la lengua española, “estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos”.
Y, ¿Por qué comienzo con este término?
Lorenzo Meyer en el periódico Reforma del pasado 11 de junio, en su columna de Agenda Ciudadana y en su artículo “El voto sin partido o cómo usar la crisis” comenta que en términos relativos nuestra crisis es más profunda que la norteamericana dado que no contamos con “un liderazgo con poder, con un gran proyecto, con una visión generosa, con enorme legitimidad, respaldado por un gabinete seleccionado de entre los mejores y por un partido -el Demócrata- que ganó claramente la mayoría en las urnas y no como resultado de una campaña de miedo”; adicionalmente nos recuerda que “ningún partido registrado, de izquierda, centro o derecha, tiene un liderazgo que esté mínimamente a la altura de las circunstancias. Todas las oligarquías partidistas son notables por su mediocridad moral e intelectual, su voracidad y corrupción”.
Luego, ¿Por qué Esperanza? Sí, Esperanza con mayúscula, y no esperanza fallida como sugieren algunos intelectuales poner en nuestro voto del 5 de julio. Yo más bien me inclino por poner ESPERANZA por que eso es lo que nos va a dar el tener un mayor porcentaje de votos nulos que el que se dio en las últimas elecciones (aproximadamente 3.4%). Ojala tengamos más del 5-6% .
Si los mexicanos para donde volteemos vemos malos manejos de recursos, ingobernabilidad, inseguridad, la no posibilidad de elección sin pertenecer a un partido político, la falta de justicia, etc. ¿No está claro que necesitamos Esperanza? Pero, ESPERANZA con acción.
José Woldenberg (Reforma 11 de junio, ¿Qué tienen en común?) comenta que existen basicamente dos corrientes de pensamiento que apoyan al voto nulo y que: “Hoy circunstancialmente coinciden porque los primeros no se atreven (aún) a proponer una vuelta al autoritarismo, al "edén perdido"; y los segundos porque son incapaces (¿aún?) de trazar con claridad el futuro al que aspiran, la "tierra prometida". Es decir una facción desearía volver a los viejos tiempos priistas y la otra no sabe que hacer. Sin embargo en fechas más recientes la asociación de politólogos e intelectuales como Crespo, Aguayo, Dresser, Reyes Heroles, etc. (Ver artículo “Ven pros y contras a los votos nulos” de Guadalupe Irízar y Ariadna García, Reforma 18 de junio) algunos fragmentos de este artículo no textuales dicen.
“Dennise Dresser comentó acerca de los ciudadanos defraudados por un sistema de partidos para un pequeño grupo y, a que "La anulación no intenta dinamitar el sistema de partidos, sino mejorar su funcionamiento; es usar el único instrumento con el cual contamos; un instrumento imperfecto, difuso, chato, el único que nuestra democracia ofrece hoy en día".
Aguayo dijo que si se encuentra algún buen candidato, habría que apoyarlo, y si no, llamó a escribir en el espacio de la boleta para "candidatos no registrados" la leyenda "Esperanza marchita". No coincido con la espernaza marchita como ya lo indiqué párrafos arriba son más bien con la “ESPERANZA”.
Personajes como José Antonio Crespo, Federico Reyes Heroles y Leo Zuckermann, defendieron voto nulo -en el caso de Zuckermann, por una candidata no registrada-, e incluso para sacarle provecho al voto nulo, Reyes Heroles propuso hacer una encuesta de salida el día de la elección, para preguntar si se emitió un voto nulo y por qué, y sobre ello generar las demandas a los partidos.
En otra mesa participaron Ernesto García Montaño, del Movimiento ciudadano por el voto blanco, y Manuel López San Martín, que defendieron la anulación del sufragio.”
Como puede apreciarse se van conformando asociaciones que desde mi punto de vista serán vitales para conformar una democracia más pulcra en el futuro cercano. Si estas asociaciones se unen en un solo movimiento para darle seguimiento a las peticiones ciudadanas y atodos lo que estamos descontentos con la partidocracia, creo podremos llegar a ver un México mejor y lograr llevar a cabo poco a poco la denominada “agenda de los anulistas” (ver Enfoque Reforma 14 de junio p. 11):
· Considerar sanciones a los partidos ante un elevado abstencionismo pasivo y activo
· Reglamentar el voto nulo (como causal para repetir elecciones)
· Aprobar y reglamentar la candidaturas independientes
· Reducción de senadores y diputados
· Reelección consecutiva de legisladores
· Perfeccionar los mecanismos de participación ciudadana (plebiscito y referéndum)
· Establecer la revocación de mandato
· Reducir los recursos entregados a los partidos políticos
· Obligar a los partidos a sujetarse plenamente a la Ley de Transparencia
· Eliminar privilegios y prestaciones excesivas a los legisladores y
· Acotar el fuero legislativo
Yo le añadiría exigir al Congreso y al poder ejecutivo un proyecto de nación a corto, mediano y largo plazos - proyecto común, consensuado, acordado -; y, con ello llevar a cabo las reformas políticas, hacendarias, laborales, de seguridad, de impartición de justicia, etc. que nuestro país tanto requiere y que otros paises en el mundo ya se nos han adelantado (para muestra Brasil, Chile y China).
Necesitamos apoyar a este movimiento en una asociación común y en el seguimiento de los acuerdos y logros después de la votación del 5 de julio, ojala y la encuesta de salida que propone el periodista Reyes Heroles fuera realidad y con ella comenzar a trabajar por un México incluyente de la pluralidad (Bonfil, G. (2008). México Profundo).
¡Tal vez la forma de comenzar a hacerlo es votando por la ESPERANZA! ¡Cambiemos nuestro estado de ánimo y hagamoslo posible!